Mediante la difusión de la paz, el mundo entero puede ser atraído para servir a Dios de común acuerdo, porque cuando los hombres están en paz unos con otros, hablan entre sí sobre el verdadero propósito del mundo y sus vanidades. Discuten las realidades de la vida y cómo, cuando una persona muere, todo lo que queda es lo que preparó para el mundo de la eternidad después de la muerte, porque ni la plata ni el oro acompañan a una persona después de la muerte. Cuando la gente entienda esto, abandonarán sus ilusiones e ídolos de plata, aspirando solo a Dios y a su Torá. Su único objetivo será servir a Dios y buscar la verdad.
Pero cuando no hay paz en el mundo, y peor aún, cuando hay conflictos, los hombres no se abren entre sí y nunca discuten el verdadero propósito de la vida. Incluso cuando alguien lo discute, sus palabras no penetran en los corazones de los demás, porque no tienen interés en descubrir la verdad, sino solo en ganar la discusión. Son agresivos y están llenos de odio y envidia. Cuando una persona quiere ganar una discusión, sus oídos no están abiertos a la verdad. La razón principal por la que la mayoría de la gente está tan lejos de Dios es porque la división y la discordia están tan extendidas hoy a través de nuestros muchos pecados.
Likutey Moharan I, 27
Tan solo el dedicarnos a seguir el camino de Torá y Mitzvót puede llevarnos a la paz verdadera (shalom)
A la “shlemut” (entereza, unicidad)
La forma de alcanzarla es hacer “bitul” (renunciar) al ego y a las ideas propias, poner a HaShem sobre todo, no discutir, no pelear, no pretender imponer nuestras ideas si no son exactamente las de la Torá.
Solo así, con el ejemplo, lograremos convencer a los demás, no con la razón vana.